Según la RAE, el miedo puede ser definido como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario. De todos modos mientras que una gran parte de la sociedad Halloween representa algo de lo que huir y tener miedo, esta noche se ha convertido en una de las más divertidas y festivas del año.
La respuesta al miedo comienza en una región del cerebro llamada amígdala. Frente a estos estímulos se produce una descarga de neurotransmisores en nuestro cuerpo. El cerebro libera adrenalina cuando sentimos temor, pero, al verificar que la situación es segura, activa serotonina y dopamina, los neurotransmisores asociados al placer, la euforia y la recompensa.
Escalofríos, sudor frío, pelos de punta… Típicas sensaciones que sentimos cuando tenemos miedo, bien por ver una película de miedo o vivir un pasaje del terror; a priori nuestro instinto es escapar corriendo de todo lo que nos asusta, pero por otro lado nos fascina. El secreto lo encontramos en nuestra mente, ya que disfrutamos de esa sensación por que es una situación controlada en la que, en el fondo, sentimos que estamos fuera de peligro.
Reírnos de lo que nos da miedo es un truco ideal para aprender a soportar ese miedo sin sufrir las consecuencias. No obstante tensar la cuerda del miedo puede ocasionar a veces efectos adversos, ya que puede provocar perjuicios a los más peques. El mejor consejo para evitar esto es acompañar esta época del año con risas, dulces y bromas inocentes.