La mentira como narcotizante cuando quieres a alguien.
Todo comienza con dos personas que se ven por primera vez, si hay atracción entre ambos empieza la etapa de citas. Durante los primeros encuentros ambos tratan de conocerse con el fin de ver si puede surgir una relación posterior. Sin embargo, a veces durante este proceso nos olvidamos de nosotros mismos, solo buscamos gustar al otro sin preguntarnos si realmente nos gusta la otra persona. En pro de la tendencia a querer gustar o buscar la aprobación del otro, empiezan las mentiras o a modificar parte de la realidad.
Cuando nos referimos a mentir, no tiene por qué ser grandes mentiras, quizá son simples matices, puede ser que admitamos que nos interesan aficiones que realmente no tenemos o que nos gusta una comida que en realidad detestamos. Tratamos de que la otra persona vea la mejor versión, aquella que no tiene fallos o errores. Se piensa que para que le gustes a alguien, tienes que prácticamente ser perfecto. Omitimos nuestra verdadero ser, con tal de gustar a la otra persona o encontrar ese ensamblaje que creemos que tiene que ser (mito “media naranja”).
familiar…) es importante buscar soluciones.
Todo lo anterior, supone un gran detrimento a la autoestima de la persona, y un aumento del miedo al rechazo o al abandono. El mensaje que mando a mi yo interior es el siguiente: “mi valor depende de que alguien me quiera y/o le guste, si no es así yo no valgo nada”. Para que esto no último no pase las mentiras se convierten en un aliado..
Además, la mentira pone en jaque las bases de una relación, y supone conflictos posteriores ya que es muy difícil ocultar la verdad durante mucho tiempo.
Permite que otras personas te conozcan tal y como eres, y con ello te puedan amar desde la libertad.
Amparo Pérez Barberá